Tras más de cinco años de minuciosos trabajos de restauración y conservación del mobiliario, las columnas, el suelo, los techos y la decoración original del piso principal, la Casa Amatller abrió de nuevo sus puertas el pasado 12 de marzo. Con su reapertura, la finca recupera el esplendor modernista de principios del siglo XX e invita a los visitantes a viajar a la Barcelona burguesa de 1900 a través de la residencia del chocolatero industrial Antoni Amatller y de su hija, Teresa.

amatller_bjcarchitect

El día de reapertura no fue escogido al azar. El 12 de marzo de 1898, Antoni Amatller adquirió la finca del Paseo de Gracia número 41. Por aquel entonces, la finca ofrecía una estética neoclásica, que Amatller remodelaría de la mano del arquitecto Puig i Cadafalch. Para hacer más creíble el viaje a la Barcelona de 1900, la casa museo ha conservado la distribución de las estancias, así como el emplazamiento original del mobiliario.

De la misma manera, se ha realizado un minucioso trabajo para reproducir la intensidad y el tipo de iluminación utilizado a principios del siglo XX, que combinaba instalaciones de electricidad y gas. Algunas de las estancias que ocupan el piso residencial son el despacho de Amatller, el comedor que posteriormente derivó en la biblioteca de la casa, o la sala de música, así como las habitaciones de Antoni Amatller y Teresa, con sus respectivos vestidor y baño.

Durante el proceso de restauración del piso principal se descubrieron algunos “hallazgos gratificantes”, explica Santiago Alcolea, director de la Fundación-Instituto Amatller de Arte Hispánico. Uno de ellos es la inscripción de la primera estrofa de la versión antigua de Els Segadors en la pared de la sala de música, que había sido tapada con unas telas durante el franquismo.

 

La primera reforma modernista de la “Manzana de la Discordia”

casaamatller_bjcarchitectFue en 1898 cuando Amatller encargó la remodelación completa del inmueble al arquitecto Puig i Cadafalch, bajo la misión de convertirla en una vivienda llena de personalidad y encanto. Con un presupuesto de un millón de pesetas (la finca le costó 450.000 ptas.) y con la ayuda de los mejores artesanos e industriales del momento, el arquitecto capitaneó la reforma integral del edificio ubicado en la emblemática “Manzana de la Discordia”. De hecho, la Casa Amatller fue la primera de las remodelaciones modernistas de la zona, rompiendo con la uniformidad de las construcciones de su entorno.

Sin lugar a dudas, una de las características más definitorias de Casa Amatller es su original fachada, que luce cuidados ornamentos y detalles cromáticos y que preside un hastial escalonado en forma de A (en honor al apellido familiar). La alusión al nombre se repite también en distintos motivos en el interior del piso y al vestíbulo.

Las tareas de conservación del interior modernista de la  casa museo han sido posibles gracias a las aportaciones de la Fundación Montemadrid, el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Catalunya y la Fundación Amatller.

amatllertecnico_bjcarchitect

Fotos: Instituto Amatller de Arte Hispánico

Más información en: http://fundacionamatller.org/